jueves, 1 de septiembre de 2011

¿Por qué es tan difícil dejar ir, vivir en paz y permitir que la vida fluya?


Felices son las personas que pueden terminar una relación y seguir adelante sin nada que reprochar, recordando los gratos momentos que convivió y aprendiendo de sus debilidades. Lamentablemente, la mayoría de las personas no contamos con la fortaleza y la disciplina que esto requiere, así que pasamos nuestra vida torturándonos, lastimándonos y buscando buenas razones para culpar a los demás y justificar nuestros propios errores. Esto no solo se da en cuanto a relaciones personales sino que también se repite en el trabajo y en la vida en general.
Si pudiéramos ser como Pedro la vida sería menos complicada, posiblemente hasta tendríamos más tiempo para aprovechar y disfrutar los preciados instantes que la vida nos ofrece.
Pedro terminó su noviazgo con Paula después de una larga relación que duró casi cinco años. La quería mucho, se sentía feliz y hasta se pensaba casar con ella. Lamentablemente con el tiempo, ambos comenzaron a tomar rumbos distintos, los intereses no eran los mismos y lo que en un momento fueron risas y gratas conversaciones se tornaron en grandes silencios y en discusiones sin sentido. Paula finalmente decidió ponerle fin a la relación. Ella sabía que el amor de Pedro hacia ella era muy grande y que había peligro de que al dejarlo, él se deprimiera y decayera. Tenia temor de lo que le pudiera llegar a suceder a Pedro, pero a pesar de ello, Paula necesitaba salir de allí, cortar la relación para poder encontrar su propio camino.
Pasaron varios meses luego de la ruptura cuando repentinamente ambos se encontraron caminando por la calle. Para la sorpresa de Paula, Pedro se veía extraordinariamente bien, más apuesto y radiante que nunca. Paula sintió un gran alivio y le dijo a Pedro lo mucho que la alegraba encontrarlo en este estado. Él le contó que en el momento en que ella lo había dejado, se sintió muy mal y comenzó a extrañarla enormemente. Pero se propuso no dejarse caer aunque le costara salir adelante. Para ello decidió hacer algunos cambios en su vida. Comenzó a ir al gimnasio diariamente, a comer en forma nutritiva, encontró un nuevo trabajo y se apoyó en sus seres queridos. Su sonrisa claramente expresaba que no tenía quejas ni reproches. Había decidido no quedar pegado al enojo, la culpa y la desesperación. Iba a mirar hacia delante y superar la situación sin resentimientos.
Ambos se sonrieron mutuamente, se desearon suerte, se despidieron y continuaron sus respectivos caminos. Pedro pensó que para seguir adelante hay que dejar ir; lo que tuvo con Paula había sido bueno en su momento, pero no fue lo suficientemente fuerte para que perdurara para siempre. Pedro se sentía bien, se veía bien y estaba muy tranquilo. 

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